Cuando Jorge Ramos irrumpió en la conferencia de prensa de Donald Trump en Iowa, lo hizo con el claro intento de incitar a una confrontación. Su misma colega María Elena Salinas admitió que la misión de Ramos era de “cuestionar, denunciar, y exponer.”
Sus acciones no eran las de un periodista, sino las de un activista con agenda. El hecho indiscutible es que Jorge Ramos no planteó pregunta alguna cuando acosó a Trump, sino que se dio a la tarea de lanzar una serie de ataques directos contra las propuestas de Trump, las cuales resultaron en su expulsión del evento. Este hecho pone en evidencia el alegato falso de Ramos, de haber sido expulsado por hacer preguntas fuertes.
Univisión (así como varios otros medios hispanos) le brindaron su apoyo a Ramos, y pintaron el incidente como un ataque contra todos los hispanos. Artistas hispanos (muchos de los cuales comparten afinidad política con Ramos y necesitan cultivar buenas relaciones con Univisión para así poder entrar al lucrativo mercado mexicano) se lanzaron a defender a Ramos.
Pero ha surgido resistencia en los medios sociales y en foros públicos; no tanto de parte de simpatizantes de Trump, sino de hispanos de todas partes y de todas las esferas quienes se oponen a las pretenciones de hegemonía cultural y política de Univisión y a su unilateral “agenda latina”.
Ciertamente, Jorge Ramos NO representa a los hispanos que creemos en un sistema sano de inmigración que da prioridad a una frontera segura y a las necesidades del país por encima de los grandes intereses comerciales, sindicales, políticos, y religiosos. Ramos parece despreciar a estos hispanos, y se une a la oposición de aquellos entre ellos que sostengan estas posturas, o que busquen cargos electivos de mayor rango (recuerden la guerra de Univisión contra Marco Rubio, en el 2011).
Ciertamente, Jorge Ramos NO representa a aquellos hispanos que creemos en nuestro derecho fundamental al porte y tenencia de armas conforme a la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Ramos busca socavar este derecho civil, en cada oportunidad que se le presente.
Ciertamente, Jorge Ramos NO representa a aquellos hispanos que nos oponemos a los actuales acuerdos peligrosos y temerarios con los regímenes asesinos en La Habana y en Teherán. De hecho, Ramos se da a la tarea de abogar por ambos acuerdos, aplaudiendo el acuerdo con Cuba como un nuevo enfoque, y repitiendo los argumentos de la administración Obama con respecto al acuerdo nuclear con Irán.
Ciertamente, Jorge Ramos NO representa a aquellos hispanos que creemos en la inviolabilidad de la vida desde el vientre, y quienes estamos horrorizados ante las revelaciones de las carnicerías con fines de lucro que ocurren en Planned Parenthood. De hecho, Ramos recientemente se valió del término suavizador “tejidos fetales” cuando abordó el tema durante una entrevista con el senador socialista Bernie Sanders.
Jorge Ramos NO representa a aquellos hispanos cuya fe nos impulsa a creer que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y quienes creemos en las exenciones patronales y de acomodo público, amparadas en el derecho al libre ejercicio de la religión que establece la primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Esto quedó clarísimo durante otra reciente entrevista suya al senador Ted Cruz.
Jorge Ramos NO representa a aquellos hispanos que no nos alineamos al concepto etnopolítico de identidad “Latina” que evidentemente exige lealtad y sumisión a México y a “La Raza” por encima de todo. Aquellos que no se ajustan a esa visión particular de la política estadounidense reciben trato de malinches (traidores a la raza), si alguno
Tal vez convenga a los intereses de la izquierda política y sus aliados mediáticos sugerir que Jorge Ramos es una figura mesiánica que habrá de llevar a los latinos a la gloria, y plantear que cualquier resistencia a sus inquisiciones de quienes disienten de su agenda es, de algún modo, un ataque contra todos los hispanos. Será conveniente, pero no tiene nada de cierto. Por el contrario, Jorge Ramos es un activista demagogo racial haciéndose pasar por periodista, y se ha alineado con una agenda político-partidista.
Jorge Ramos NO me representa. Tampoco habla por la comunidad hispana.