Por alguna extraña razón, le tomó un mes y medio al Miami Herald publicar la candente respuesta del congresista Mario Díaz-Balart al editorial titulado, “Es vergonzoso que congresistas republicanos de Miami promuevan teorías conspirativas”, el cual plantea que los latinos que escuchan radio AM conservadora son “una audiencia fácil de manipular”; y quedó enterrado en la sección de “Cartas al editor” de la edición impresa del diario. Para el beneficio de nuestros lectores y como servicio público, a continuación, publicamos la respuesta de Díaz-Balart:
El editorial del 3 de junio del Miami Herald, "Es vergonzoso que congresistas republicanos de Miami promuevan teorías conspirativas", hace comentarios desdeñosos y discriminatorios sobre los hispanos en el sur de la Florida, llamándolos una "una audiencia fácil de manipular", simplemente porque difieren de la ideología política del Herald.
El editorial también me acusa de difundir "información falsa sobre los resultados electorales" por expresar mi opinión que las elecciones presidenciales en Pensilvania incluyeron aspectos inconstitucionales. De hecho, numerosos académicos de la Constitución coinciden en que mis afirmaciones fueron acertadas. Los ataques del Herald contra mí, como funcionario electo, son de esperar, pero los ataques a la comunidad hispana sólo porque el Herald no esté de acuerdo con su voto, son inaceptables.
La declaración de la Junta Editorial de que los hispanos que escuchan la radio en español son una “audiencia fácil de manipular" es desdeñosa. Los hispanos del Sur de la Florida están informados y son apasionados por la política. Los hispanos del Sur de la Florida conocen mejor que muchos las consecuencias devastadoras del socialismo y el comunismo en nuestro hemisferio. No somos "fácil de manipular".
Con respecto a la elección, sostengo que las acciones en Pensilvania fueron en clara violación a la Constitución de los Estados Unidos, y varios académicos constitucionales coinciden.
Las disposiciones constitucionales en los Artículos 1 y 2 establecen claramente que son las legislaturas estatales (y no los gobernadores, secretarios de estado, tribunales estatales o cualquier otra institución o funcionarios estatales) quienes tienen la autoridad exclusiva para regular las elecciones federales. Sin embargo, en Pensilvania, el secretario de Estado y el Poder Judicial estatal cambiaron las reglas electorales en los días previos a las elecciones. Por ejemplo, la Corte Suprema del estado extendió la fecha de las elecciones, eliminó al candidato presidencial del Partido Verde de la boleta electoral, permitió los buzones para boletas y decidió que las boletas no podían descartarse si la firma en la boleta no coincidía con la firma en la base de datos del registro electoral.
Estos son cambios significativos a los reglamentos que no fueron determinados por legislatura de Pensilvania. De hecho, ocho de mis colegas en Pensilvania estuvieron de acuerdo y votaron para rechazar a los electores de su propio estado.
La Constitución es clara sobre el rol de las legislaturas estatales, y hay muchos estudios legales que definen lo que se conoce como la "Doctrina de la Legislatura Estatal Independiente". Esta doctrina recibió el apoyo de los magistrados de la Corte Suprema de los Estados Unidos Neil Gorsuch, Samuel Alito y Clarence Thomas en el caso del Partido Republicano de Pensilvania v. Boockvar; de juristas como Walter Clark, James C. Kirby, Derek T. Muller; y de mi colega y abogado constitucionalista, el representante Mike Johnson.
Realicé una investigación exhaustiva sobre los cuestionamientos constitucionales y la autoridad que me proporcionó la Ley de Recuento Electoral de 1887. Respeto a aquellos, incluso algunos de mis amigos y respetados colegas, que llegaron a una conclusión distinta. Sin embargo, rechazo categóricamente la opinión insultante del Herald que establece que si no estoy de acuerdo con su evaluación de la "verdad", entonces debo estar mintiendo.
No recuerdo que el Miami Herald criticara a los congresistas demócratas que también votaron previamente en contra de certificar ciertos votos del colegio electoral, incluidos los representantes John Lewis, Alcee Hastings, Jim McGovern, Barbara Lee, Pramila Jayapal, Jamie Raskin, Sheila Jackson Lee, Raul Grijalva y Maxine Waters. ¿Dónde estaba entonces el Herald? Callado, por supuesto.
El editorial del Miami Herald es sólo un ejemplo más de por qué la prensa necesita mirarse a sí misma con honestidad y con dureza, antes de impugnar los motivos de otros y cuestionar la inteligencia de millones de votantes estadounidenses.