El presentador de Univisión Jorge Ramos volvió a sacarle el jugo a su acto performativo de 2015 con el que logró que lo expulsaran de la conferencia de prensa del entonces candidato Donald Trump en Iowa. Esta vez, Ramos usó el montaje para lanzar su absurda afirmación de que los medios de comunicación no fueron lo suficientemente hostiles en su cobertura de Donald Trump.
Una vez más, el New York Times dio tribuna a los lamentos enajenados de Ramos. En esta ocasión, Ramos dedicó casi la mitad de su columna, titulada en inglés "La lección de Trump a los medios de comunicación", a repasar su enfrentamiento escenificado con Trump. En la otra mitad dio rienda suelta a su típica letanía de agravios y afirmaciones infundados.
Con leer los dos primeros párrafos y el cierre basta para quienes no son masoquistas:
MIAMI - Tengo el honor de haber sido expulsado de una conferencia de prensa de Donald Trump por tratar de hacerle una pregunta. Un guardia de seguridad me sacó. Ocurrió el 25 de agosto de 2015 en Dubuque, Iowa, cuando Trump era precandidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano.
Lo que pasó ahí ya revelaba lo que comprobamos después, durante los cuatro años de su presidencia: desde entonces estábamos frente a un populista, un bully, un antiinmigrante y una amenaza para la libertad de prensa y la democracia.
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Quizás la pandemia sea lo que acabó con presidencia de Trump. Pero mucho de esto pudo evitarse si hubiéramos puesto más atención —y resistencia— a las palabras y a los gestos del candidato que bajó en unas escaleras doradas en 2015.
Uno pensaría que la breve detención de Ramos por un verdadero déspota sudamericano sería suficiente para disuadirlo de declarar que Trump es una amenaza a la libertad de prensa. Como les encanta decir a los medios de comunicación, Ramos sigue afirmando lo mismo sin pruebas. Sigue libre para vagar por el país (y en el exterior), y para criticar a Trump con el fin de recibir elogios de parte de los medios de comunicación. Además, nadie ha incautado a Univisión.
Curiosamente, Ramos se mordió la lengua cuando un presidente estadounidense literalmente persiguió a periodistas, excepto para tuitear que había sido una "mala semana para la Casa Blanca". Por supuesto, estamos hablando del dios todo poderoso y dadivoso de DACA, Barack Obama. Supongo que es a esto que Chris Cuomo de CNN se refirió al decir que, "hacemos el trabajo en base a en quién esté en el poder".
A pesar del lloriqueo de Ramos (publicado por el periódico que divulgó información fiscal de Trump que obtuvo ilegalmente), es difícil imaginar qué más podrían haber hecho los medios comunicación que empujaron la trama rusa, impulsaron el residenciamiento, ayudaron e influyeron en la vil demonización del juez Kavanaugh, y suprimieron los respectivos escándalos de Tara Reade y Hunter Biden, todo mientras ocultaban los logros económicos del gobierno de Trump.
En serio, ¿qué más podrían haber hecho los medios? No mucho más que engullirse del complejo de mártir de Ramos, que lo que nos llevamos de esta basura de columna (titulada "No nos quisieron oir" en su versión original en español).
La realidad es que Trump sí les dio una lección a los medios de comunicación, especialmente al tomar en consideración sus logros entre los hispanos. Y la lección es: No escuches a Jorge Ramos.